«Centrarse en el problema a resolver y encontrar una solución, sin tener nunca miedo al fracaso. Así es como nace y se desarrolla un proceso creativo», expresa Tony Fadell, inventor en serie con un currículum interminable, con algunos broches que pesan más que otros, como la invención del iPod y la coinvención del iPhone. «Creo productos revolucionarios porque me he centrado en el problema y en la solución. Cuando era DJ, no me gustaba llevar discos encima, por eso inventé el iPod», cuenta Fadell a WIRED con motivo de su participación en el World Bussiness Forum (WOBI, por sus siglas en inglés), en Milan, Italia.
Para triunfar, hay que fracasar
Fadell es director del colectivo Build y autor del bestseller Build: An Unorthodox Guide to Building Your Success (Construir: Una guía poco ortodoxa para construir tu éxito), un manual para aprender a crear objetos que dejen huella. «El proceso creativo nunca es lineal, he fracasado muchas veces, he aprendido de esos errores y he vuelto a intentarlo. Haciendo, fracasando y aprendiendo es como me he convertido en el constructor e innovador que soy», subraya Fadell. Añade que el fracaso no solo es valioso, sino también esencial.
Dirigiéndose a los jóvenes inventores, indica que «si no fracasas, no te estás esforzando lo suficiente, y si todo funciona fácilmente, lo que estás haciendo probablemente no es tan innovador». El fracaso que importa es el que sirve a un bien mayor, la solución a un problema real. Comenta a WIRED que los mejores fracasos de su carrera son los que lo obligaron a replantearse algo por completo y a diseccionar el problema de otra manera: «Claro que molesta, pero es un proceso que conduce a grandes avances».
La capacidad de cuestionar las propias convicciones va de la mano de las habilidades de gestión de equipos. Porque nadie es un completo genio y nada se hace solo: «La honradez es la mejor política: los mejores equipos tienen confianza. Cuando me enfrento a una gran dificultad, en lugar de pensar demasiado y perder el tiempo intentando desbloquearla, empiezo a dividirla en trozos más pequeños que, como equipo, podemos empezar a abordar». Afirma que en los días difíciles es cuando más se tiene que trabajar codo a codo; incluso las pequeñas luchas son victorias: «Resolver problemas es difícil. Si innovar fuera fácil, todo el mundo lo haría».
Cómo elige dónde invertir
Tony Fadell es también un respetado inversionista en startups, sin embargo, no es pan comido convencerlo de apostar por un lanzamiento. «Quiero ver cómo piensan sobre el problema que quieren resolver; entender cuándo y cómo han fracasado y por qué. Así nace el éxito. Busco un equipo de estrellas: no hablo de gente con un currículum extenso, sino de personas a las que les apasione tanto el problema que no puedan dejarlo hasta resolverlo». Busca fundadores que sean perseverantes en los momentos difíciles, que sepan aceptar las críticas, y «gente dispuesta a aceptar el reto incluso cuando las cosas no pintan bien».
«La fuerza del equipo no sustituye a una buena idea. Se necesita un gran equipo con el problema adecuado que resolver», reflexiona. El hecho de tener un gran equipo no significa necesariamente que estén trabajando en un problema importante. Y viceversa, una gran idea no equivale al éxito de un equipo mediocre.
Muchos especulan sobre cuál será la próxima frontera de la tecnología. Fadell sentencia: «El clima». Si no damos grandes pasos adelante, la vida tal y como la conocemos aquí en la Tierra está en peligro». Concluye que, aunque creemos tecnologías que nos ayuden a resolver problemas, tendremos que cambiar el comportamiento humano de raíz. «No se trata de tendencias ni de IA: tenemos que abordar lo que amenaza nuestra propia existencia, el agotamiento de los recursos y la destrucción del planeta».
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia, adaptado por Alondra Flores.