Después de obligar a la compañía de Cupertino a abandonar el conector Lightning por el USB-C en los nuevos iPhones y de otras medidas sustanciales, como la posibilidad de instalar tiendas de aplicaciones alternativas a la oficial y apps diferentes a las propias del ecosistema, Bruselas añade nuevos requerimientos.
La Comisión explica que iOS debe ser «más abierto», permitiendo una verdadera interoperabilidad del sistema para que sea más compatible con smartwatches, audífonos, visores y otros dispositivos de la competencia. Y esta vez las consecuencias podrían ser mucho más importantes que un simple cambio en su diseño de carga.
La exigencia europea
La Comisión Europea publicó un documento en el que detalla cómo Apple tendrá que abrir su sistema operativo para cumplir con la Ley de Mercados Digitales (DMA, por sus siglas en inglés). No se trata de meras directrices: en la serie de anexos define las exigencias precisas con plazos específicos. El mensaje es claro: Apple cumple o se arriesga a multas de hasta el 10% de la facturación mundial.
En esencia la UE pide a Apple que permita a los desarrolladores de terceros acceder a las mismas funciones de hardware y software de iOS que la empresa se reserva para sí. Actualmente, gracias a una serie de llamadas al sistema reservadas y tecnologías de hardware propias, los iPhones pueden conectarse con otros accesorios fabricados por Apple más fácilmente que los de la competencia. Pero también incluye el acceso a funciones como el chip NFC para pagos, la integración con el asistente virtual de Apple Siri, e incluso el control de las notificaciones del sistema. Un cambio radical para una compañía acostumbrada a tener el control total de su ecosistema.
La respuesta de Apple no se hizo esperar. En su página web, la compañía publicó un documento en el que advierte los riesgos para la privacidad y la seguridad de los usuarios. Y expone el caso de Meta, que presentó 15 solicitudes de acceso a funciones sensibles de iOS, como la posibilidad de leer mensajes, monitorear llamadas y acceder a fotos y contraseñas de los usuarios. «Se trata de información a la que ni la empresa tiene acceso para ofrecer mayor protección», escribe Apple. La preocupación no es solo teórica: Meta ya fue multada varias veces por violaciones a la privacidad, y la Big Tech de Cupertino teme que la apertura de iOS pueda exponer a los usuarios a riesgos similares.
Un choque de máximos
El enfrentamiento entre ambas visiones no podría ser más complejo. Por un lado, la UE considera la apertura forzosa de los sistemas operativos móviles como una necesidad para garantizar la competencia y la innovación. Y por otro, Apple contempla la privacidad del usuario como un derecho fundamental que debe protegerse incluso a costa de restringir acceso a terceros.
Lo que está en juego no tiene que ver simplemente con la mayor o menor compatibilidad de un par de audífonos Bluetooth, tampoco se trata solo de multas potencialmente multimillonarias para Apple. Lo que se disputa es el futuro mismo de la informática móvil; si el planteamiento europeo tiene éxito, podría redefinirse por completo la relación entre las plataformas tecnológicas y los desarrolladores, sentando un precedente mundial.
¿Qué contempla la DMA?
La Ley exige a los gatekeepers (guardianes del acceso), como Apple, que ofrezcan un proceso de interoperabilidad transparente, oportuno y justo. El incumplimiento podría acarrear sanciones de hasta el 10% de la facturación global de la empresa. En concreto, estipula plazos estrictos: 20 días laborables para evaluar las solicitudes de interoperatividad, 30 días para presentar un plan de implantación y no mas de 90 días para reunir soluciones más sencillas. Para solicitudes complejas, Apple dispondrá de hasta 12 meses.
La empresa californiana deberá crear una sistema de conciliación para gestionar los desacuerdos con los desarrolladores, publicar informes semestrales de progreso y mantener un sistema público de seguimiento de las solicitudes recibidas. Un proceso burocrático bastante tardado para una empresa acostumbrada a moverse con la velocidad propia de Silicon Valley, y sobre todo, que obtuvo 101,300 millones de dólares del mercado europeo en el ejercicio de 2023 a 2024.
El precedente del conector USB-C no es solo simbólico, sino que demuestra que la UE puede obligar incluso a las gigantes tecnológicas a plegarse a sus normas. Ahora, con las armas legales suficientes respaldando la DMA, Europa buscará que Apple no solo cambie un puerto de carga, sino que replantee por completo el modelo de seguridad del ecosistema iOS.
La pregunta es: ¿la compañía de Tim Cook acabará cediendo como lo hizo con el USB-C, o luchará hasta las últimas consecuencias? No hay respuesta inmediata porque este tipo de enfrentamientos se producen en la política internacional y luego en los tribunales, entre recursos y apelaciones. Conoceremos la respuesta en los próximos meses, aunque una cosa es segura: el resultado definirá el futuro no solo de iOS, sino también de Apple, al menos en Europa.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.